Guy Claxton, profesor de la Universidad de Winchester y ponente en plenaria del ICOT 2015, sostiene que "la escuela ha de tener como objetivo conseguir que el alumno aprenda a aprender mientras ejercita su intelecto sin ideas preconcebidas".
El aula como gimnasio neuronal en el que los alumnos "fortalecen los músculos" de su mente y expanden las fronteras de su inteligencia. Las pesas, herramientas de pensamiento bien sistematizadas; la cinta de correr, un proceso de aprendizaje flexible e inagotable que prepara para esa carrera de fondo que es la vida; los monitores, docentes que saben cómo integrar las dimensiones cognitiva, emocional y social del alumno con vistas a extraer el máximo rendimiento. Guy Claxton acuñó hace décadas la expresión "poder de aprendizaje" sobre la que gravita su visión educativa. En su escuela-gimnasio ideal, el alumno aprende a aprender sin límites marcados por nociones reduccionistas de la inteligencia. Claxton asistirá a la decimotercera edición de la International Conference on Thinking (ICOT), a celebrar el próximo verano en Bilbao.
¿Piensa que la mayoría de profesores siguen clasificando a sus alumnos según categorías intelectivas fijas, limitando así su potencial de mejora?
Empiezo a detectar algún cambio, aunque muchos profesores continúan pensando que pueden diagnosticar con fiabilidad la cantidad de inteligencia de sus estudiantes, y se sienten con derecho a usar etiquetas como brillante, mediocre, altas capacidades, etc. Déjeme remitirme al trabajo de Carol Dweck, quien ha demostrado que si los chavales compran la idea de que su inteligencia es algo fijo, esto tiene un efecto negativo muy directo sobre su forma de afrontar el aprendizaje: se vuelven menos aventureros, están menos motivados y abandonan antes frente a la dificultad.
Más allá de lo que transmita el docente, ¿existen factores que determinan el juicio que el alumno realiza sobre su capacidad intelectual?
Un estudio llevado a cabo por Dweck en Chile concluye que los estudiantes de entornos desfavorecidos tienden a considerar que su inteligencia tiene poco recorrido, mientras que aquellos de entornos ricos muestran una mentalidad más abierta. Sin embargo, en ese estudio, los alumnos desfavorecidos que pensaban que su inteligencia tenía margen de mejora alcanzaban resultados similares a los de alumnos mucho más afortunados desde una óptica socioeconómica. Así que no tengo duda de que si logramos transmitir a esos chavales que parten con desventaja que su inteligencia se puede expandir, les ayudaríamos a mejorar enormemente su rendimiento. Esto, por otra parte, abre la puerta a una concepción del docente como entrenador mental.